Google te ama… si escribes como humano y no como robot
- jsibaja
- Apr 29
- 2 min read
Aunque muchos creen que escribir para Google es solo repetir palabras clave, el algoritmo actual premia los textos naturales, útiles y bien escritos. La clave está en escribir para personas, no para máquinas.
A Google no le gusta que le hablen bonito. Le gusta que le hablen claro. Y eso lo entienden los que se cansaron de meter la misma palabra clave veinte veces en un texto esperando que el buscador se derritiera de amor. Pero no, hermano. El algoritmo de hoy es más sofisticado que un suegro desconfiado. No se impresiona fácil.
Cuando Google rastrea una página, ya no busca frases repetidas como loros en loop. Busca sentido, contexto, intención. Si tu texto suena natural, ayuda de verdad al lector y se siente humano, ahí sí, Google se enamora. No hay que seducirlo con flores, sino con claridad. No quiere que lo conquisten a punta de keywords, quiere calidad.
Y no es que la optimización haya muerto, no señor. Es que ya no basta con usar palabras clave como si uno estuviera en un concurso de trabalenguas. Lo que importa ahora es cómo esas palabras se integran en una conversación real. Una que informe, que conecte, que entretenga. Si el lector siente que le estás hablando directamente, el algoritmo también lo nota. Sí, Google chismosea el engagement.
El truco está en encontrar esa voz tuya que suena como tú, no como un manual de instrucciones. Porque por mucho que uses herramientas y datos, si el texto no tiene alma, se nota. Y Google, aunque sea una máquina, tiene buen oído para eso. Detecta cuando escribes por obligación y cuando lo haces con ganas.
Por eso, cada vez que vayas a escribir un artículo, un blog o una página de ventas, piensa primero en quién lo va a leer. ¿Qué necesita? ¿Qué lenguaje entiende? ¿Qué tono lo hace quedarse? Porque si logras que un humano lo lea completo, Google te va a premiar. Así de simple.
El secreto de la buena redacción SEO hoy no está en repetir frases, sino en sonar natural. Google analiza cómo se comporta el lector ante tu texto: si lo lee, si lo comparte, si vuelve. Y eso solo pasa cuando el contenido tiene valor real, fluye con naturalidad y se siente humano.